domingo, 26 de junio de 2011

Exaltación de la Naturaleza


Lo reconozco: no cambiaría un campo provenzal de amapolas y lavanda
por una maravillosa avenida repleta de socavones y restos caninos. Lo confieso: prefiero esnifar un aire convenientemente contaminado por unos cuantos miles de tubos de escape antes que olfatear la brisa pura de las montañas. Mea culpa: no cambiaría el runrún de un motor de explosión por una edición histérica de “Operación Trino”. Pero, aún así, es llegar el verano y me rindo sin condiciones a las formas y colores que nos regala Mamá Naturaleza.

Todos los años los diseñadores, y, en consecuencia, las cadenas de ropa asequible-accesible buscan su inspiración en bichitos, frutitas y florecitas, transformándonos a todas las irreductibles urbanitas en extras de la película Bambi y su corte de fauna y flora. Este año no iba a ser menos, que va, ¡este año es más! Este año hemos encontrado en los maniquís y los burros de las tiendas mucha fruta, mucha mariposa, mucha flor…

La combinación blanco-negro, de la que ya he hablado la semana pasada, la utiliza Dolce & Gabbana en un estampado de estrellas que Zara nos hace el favor de copiar en versión económica.


Y, del firmamento, en picado hasta los fondos oceánicos. Si queremos imitar a La Sirenita y adornarnos con motivos marinos, en Bimba y Lola encontramos otras estrellas, estas de mar, para rodear nuestros brazos. Su prima pobre, perdón, económica (hay que ser políticamente correcta, no sea que se me presenten los “indignados” debajo de la ventana, y no para cantarme mariachis, precisamente) la podemos comprar en Blanco. 


Bimba y Lola
Blanco (podéis entreteneos buscando las siete diferencias...)

El toque ácido lo ponen los limones de Stella McCartney y Moschino, imitados por Primark. Cuidadín, cuidadín, porque este estampado en concreto tiene el peligro de hacernos parecer, en el mejor de los casos, cortinas de cocina (en el peor, vestidas con hules reciclados de la mesa del jardín).

Pero, de todos los estampados “naturales” yo me quedo con las mariposas. Qué queréis, me encantan esos bichitos, no solo por lo que implican (ya sabéis, su fantástica metamorfosis ha dado para mucho en todas las artes) sino, porque, simple y llanamente, su estética es maravillosa. Pues bien, este año los diseñadores me han dado el gusto de llenar sus telas de espectaculares mariposas. Desde Loewe

hasta Zara
pasando por los diseños etéreos de Carlos Miele
Pero yo, no lo puedo negar, como soy excesiva para todo, me quedo con los diseños de Alexander Mc Queen. Su vestido cuajado –literalmente- de mariposas me encanta. Pero a lo que le he jurado amor eterno es a sus maravillosas sandalias.
Particularmente no me gustan mucho las flores, exceptuando las silvestres, que, debe ser, por ser tan modestas no parecen interesar a los estampadores de telas, pero me he rendido ante el vestido de Jorge Acuña que por obra y gracia de sus pétalos 3D transforma a su portadora, en si misma, en una flor.
Os recomiendo que aprovechéis las rebajas que se nos vienen encima  para convertir vuestros armarios en clones de vuestras jardineras, porque el año que viene promete ser muy floral. Os adelanto que Stella Mc Cartney ya presentó en Nueva York un anticipo de su colección primavera 2012 (Dios mío, si aún no he terminado de ojear el catálogo de viajes para este verano). Destacan los motivos hawaianos, camino que ya empezó con los frutales de su colección primavera-verano 2011.
     En fin, cada día nos levantamos siendo gusanos, a veces ni siquiera de seda, y la finalidad es lograr salir de casa en media hora siendo maravillosas mariposas. Pues, hala, ¡misión cumplida!!!

domingo, 19 de junio de 2011

DivINas en blanco y negro


Fue la combinación favorita de Coco Chanel y, posteriormente, de la mano del pop-art causó furor en los ’60. A mi me trae a la memoria las grandes divas de las películas rodadas antes de que al cine llegara el Technicolor o el inmenso lazo blanco que abrazaba el sombrero negro de la pequeña Lulamee reconvertida en la maravillosa Holly Golightly de camino a Sing Sing para recibir el parte meteorológico del gangster Sally Tomato en “Desayuno con diamantes”.

Ayer al pasar por el escaparate de Zara (ya veis, los simples mortales no desayunamos en Tiffany, sino en Zara, que triste) me vi sorprendida por la combinación blanco-negro y me pregunté porque todos los años, se lleve lo que se lleve, vuelve este binomio. Pienso que su éxito radica en que nos permite tener en el armario prendas intemporales o conseguir múltiples combinaciones con un guardarropa poco mayor en número al de la Eva de Adán. Además, no hay que olvidar que es muy difícil parecer hortera o fuera de lugar vestida de blanco y negro (seguro que hay gente que puede lograrlo, hay quien cultiva talentos imposibles).

En las colecciones crucero (siento ser tan poco glamurosa, pero cuando oigo “crucero” no puedo pensar en Oscar de la Renta o Diane von Furstenberg; mi mente está ocupada por la imagen de Belén Esteban comiendo salchichas en platos de plástico en un barco de los de “si hoy es martes esto es Santorini”), retomo, en las colecciones crucero es un dúo recurrente. Lo hemos visto en la de YSL en versión diurna


y en su opción más sofisticada, combinada con dorado en la colección de Dior


Además de rayas, lunares, cuadrados y todas las figuras geométricas imaginables la combinación blanco-negro permite engañar al ojo, como en este vestido de DKNY, que simula la existencia de falda y camiseta

la de Vionnet, imitando vestido y chaqueta,

o el trampantojo puro y duro de Moschino Cheap and Chic


A mi me gusta contrarrestar la imagen alivio de luto incluyendo color en los complementos. Personalmente me gusta la combinación con rojo, como la de estas cuñas peep toe de Raphael Young.
Pero si no os animáis por el golpe de efecto tan radical, podéis optar por las sandalias planas de Paloma Barceló o una versión más sencilla (pero también bastante más económica) de Zara que incluyen una pincelada dorada para aligerar la imagen “Casa de Bernarda Alba”.



Y, a pesar de Michael Jackson, recordad que el momento calcetín blanco siempre, pero siempre, siempre, combina mal con negro (y con cualquier otro color de la paleta cromática) y echa por tierra mi afirmación de lo difícil que es ser hortera vistiendo en blanco y negro.

¿Os apetece jugar a las damas?

sábado, 11 de junio de 2011

No, no quiero

Ahora que estamos en plena orgía de bodas, no puedo evitar el salir de casa los sábados, bien sea en sesión de mañana o de tarde, y volver con resaca: un luchador de sumō apretándome la cabeza y el estómago centrifugando. No es que me pase con el tinto de verano, ni que me den garrafón, nooo… es que, cualquiera que sea mi recorrido, no me queda más remedio que pasar por varias iglesias, e incluso por el Ayuntamiento de mi ciudad lo que me permite deleitarme con una multitud de frufrús, plisados, plumas y drapeados, así como  poner a prueba mi agudeza visual pudiendo distinguir en los trajes masculinos todas las tonalidades del arco cromático.

Voy a empezar por ellos. Dios mío, que daño han hecho “Los Soprano”. No quiero ni imaginar lo que tiene que costar encontrar el mismo color morado o naranja o verde piscina para la camisa y las rayitas de la corbata, y combinarlo con un tono menos para el traje. Mención aparte merecen los que, en un alarde de modestia no quieren enseñar ni los pies ni las manos, dejando el largo de  los pantalones y las mangas de la americana como los de la casaca del enanito mudo de “Blancanieves”.

Y, por cierto, nunca, nunca, NUNCA se debe a ir a una boda con smoking (yo los he visto, y tan contentos de haberse conocido).


Bueno, allá voy a por la “sección femenina”. Tengo que empezar diciendo que estoy hablando de bodas urbanas y, más o menos clásicas, porque los estilismos de las bodas en el campo o en la playa tienen sus propias normas.

Vale que al hablar de cómo se debe vestir en una boda, hablamos de unos cánones establecidos, y cada uno es muy libre de pasar de ortodoxias y tradiciones, pero, chicas, unos mínimos sí que hay que cumplir. Como estoy a medio camino de ser una diosa, yo solo voy a dar cinco mandamientos:

1º Los colores: yo no estoy muy de acuerdo con el tema “no vestir de negro”, porque, afortunadamente hoy en día para la mayoría de los mortales (nunca mejor dicho) ya no es un color de luto, pero bueno, si se puede evitar, mejor. Lo que sí sigo a rajatabla es lo del blanco, más que nada por cortesía con la novia, al fin y al cabo me va a pagar la comida. También es bueno evitar el rojo y los colores estridentes; el día ya tiene protagonistas.

2º Una boda no es un casting para la nueva versión de “Moulin Rouge”. En lo posible evitemos los escotes excesivos y las faldas escasas. También es conveniente huir de las transparencias y, sobre todo en bodas de día, de las lentejuelas y pailletes.

3º En bodas de mañana, por favor, nunca vestido largo, por algo se llaman trajes de noche. Para el momento mañana optaremos por el traje o vestido de cocktail. Podemos elegir un traje sencillo y apostar por los complementos.

4º Los sombreros y pamelas, sólo para bodas de mañana, pues la finalidad de estos complementos es evitar el sol, y claro, a no ser que el convite se celebre a unos 17.000 kms. de la ceremonia –lo que es altamente improbable- o que la ceremonia dure unas dieciséis horas –lo que sería altamente insoportable- no suele cumplirse que entremos en la ceremonia de noche y en el banquete, de día.

Si la boda es de mañana y nos decidimos por un sobrero o pamela, o, en cualquier caso, si elegimos un tocado, no podremos quitárnoslo hasta llegar a casa y sustituirlo por el gorrito de dormir.

Al elegirlo, no debemos dejarnos llevar por el espíritu de Ascot y hemos de tener en cuenta que tendremos que lidiar con el ala de la pamela, las plumas de pavo real o la redecilla durante muuuuchas horas.

En el caso de las bajitas, no os excedáis con el tamaño de la pamela, bajo pena de parecer David el Gnomo protegiéndose bajo una seta.

5º Aunque sea verano, es conveniente llevar medias, pero por favor, nunca oscuras ni tupidas aunque la boda sea en la estepa siberiana y tiritemos de frío al ritmo de la lambada.

No como mandamiento, pero sí como consejo, os recuerdo que existen zapatos bajos estupendos y que las que no están acostumbradas a llevar tacones, no tienen que hacer una promesa a la Virgen de los Dolores y subirse a unos andamios de dieciséis centímetros para acabar amargándose el día. Os juro que a veces he visto a invitadas que aún no han entrado en la iglesia y ya no pueden ni con la uña del meñique.


En fin, que lo importante es no llamar la atención y tener muy claro que vamos a una boda y no a un baile de disfraces.

¡¿Vivan los novios?!


martes, 7 de junio de 2011

El arquitecto de la moda

De Balenciaga dijo Dior que era el “couturier of couturiers”. La gran Coco reconoció “es el único de nosotros que es un verdadero couturier; es el único diseñador capaz de cortar, montar y coser un traje él mismo”.

Su carácter introvertido, ascético y su integridad y disciplina, le hizo ganar el sobrenombre de “el monje”. Su carácter perfeccionista le llevaba a desmontar y montar un vestido innumerables veces, hasta alcanzar la perfección.


Nacido en Guetaria (Guipuzcoa) en 1895, hijo de una costurera, demostró su talento desde una edad muy temprana, tanto que, ya con 19 años, en 1914, abrió su primera tienda –Eisa, en honor al apellido de su madre, Eizaguirre- en San Sebastián, bajo el mecenazgo de la Marquesa de Casa Torre. Poco tardó en convertirse en el sastre favorito de los grandes de la época.

Fue uno de los pocos diseñadores que, no sólo abocetaban sus creaciones, sino que también las confeccionaban. Su habilidad en crear volúmenes y formas fue asombrosa, dando a las prendas un acabado perfecto, escultórico. Se ha dicho que su percepción de la mujer es más japonesa que occidental, ya que aunque sus modelos no resultan eróticos a los ojos occidentales, ya que encierran a la mujer, destacan mucho la nuca, elemento muy erótico en la cultura nipona. Manifestó su predilección por los tejidos con peso, que enriquecía con bordados a mano, lentejuelas o pedrería.



En 1939 impuso un estilo totalmente innovador con sus modelos de cintura pinzada, hombros caídos y caderas redondas. Tuvo especial aceptación su abrigo cuadrado – en el que la manga se cortaba en una sola pieza junto con el canesú-, sin cuello ni botones, su combinación de negro y marrón o encaje negro sobre rosa brillante. Tras la II Guerra Mundial reinventa la moda femenina y sus diseños se vuelven “aerodinámicos” y lineales, desmarcándose de Christian Dior y su New Look, promotor de la figura “reloj de arena”.



Balenciaga apostaba por las líneas fluídas lo que le permitió adaptar la moda al cuerpo de la mujer.  Apuesta por la manga tres cuartos, la caída en forma de túnica y la manga murciélago. En 1953 introdujo la chaqueta-globo, una esfera elegante que envolvía el torso y servía de pedestal para la cabeza. En 1957 llegó la creación del vestido “baby-doll”, sus abrigos capullo, la falda globo. Ni en el vestido saco, creación de 1957, ni en sus camisas de 1958 se percibía la cintura, pero ambas fueron copiadas mundialmente por el prêt-à-porter. También fue el creador de los impermeables transparentes. Todos estos diseños innovadores configuran su más importante contribución al mundo de la moda: una nueva silueta de mujer.


Más de una década se ha dedicado al proyecto de su Museo, que por fin ve la luz hoy, 7 de junio. Por fin se hace justicia al más grande diseñador de alta costura que ha dado España y uno de los más grandes del mundo.


domingo, 5 de junio de 2011

Metiendo cuña


En algún sitio he leído que la adicción a los zapatos deriva de una falta de cariño maternal durante la infancia. Ay, mami, no debiste de mirarme desde que nací hasta el día en que me saqué el carné de conducir. Confieso que soy una “zapatocólica”, y, además, soy poliadicta, lo mismo me da sandalia, stiletto, bota o chancla brasileña, pero, uno de mis modelos favoritos es la cuña. Estiliza la pierna y nos eleva (no a los altares, pero sí, al menos ocho o diez centímetros) evitándole a nuestros pobres pies muchas de las penalidades que impone el uso de tacón.

La cuña vuelve, bien es cierto que nunca acaba de irse del todo. Ya pudimos disfrutar de ella en la pasada temporada otoño-invierno, pero, creo que son los modelos de verano los que mejor se adaptan a ella. El regreso del estilo “seventies” implica el que los zapatos se suban a plataformas altísimas. Da igual si optamos por los estilos “hippy chic” o por el glitter de “Studio 54”, este año la cuña es un must have, porque es una verdad irrebatible que los pantalones de campana y los pata de elefante sólo pueden ir acompañados de una cuña excesiva.

Uno de mis modelos favoritos es el “Super Dombasle” (hasta el nombre es rotundo) en versión charol, de mi dios, Christian Louboutin, adaptable tanto al look de día, como al de noche, a pesar de su cuña-tacón de corcho.



Por cierto, no sé si sabéis que la cuña de corcho fue la respuesta de Salvatore Ferragamo a la escasez de materiales resultante de las sanciones económicas impuestas a Italia, lo que le hizo coser entre sí tapones de corcho y revestirlos de cuero para confeccionar los tacones de sus zapatos. Fue la primera patente otorgada en el mundo de la moda.

Después de este corte para acudir al Canal Historia, vuelvo a la carga para jurarle también amor eterno a la propuesta de Jeffrey Campbell, con cuña de madera y mariposas de ante en el empeine, más aptas para las noches en que el aire fresco nos ataca o para las despedidas del verano.



En Zara han salido a mi encuentro estas cuñas con cerezas que me parecen ideales para combinar con vaqueros o con vestiditos frescos.



Y para las que os hayais abonado al estilo derby que tanto ha dado de sí este invierno, Castañer nos propone el modelo Judit, en colores fuertes y tejidos ideales para el verano, para no morir derretidas en el asfalto.

Metamos cuñas y disfrutemos el verano divinas pero también (oh, cielos, la combinación es posible…) cómodas.

jueves, 2 de junio de 2011

Color Shock


    Lo había anticipado YSL en su manicura francesa de otoño-invierno 2010-2011. La última vuelta de tuerca de la moda eran las combinaciones imposibles de colores.



    Pues bien, este año cuando hablamos de tendencias de moda debemos comenzar por la denominada color block que ya hemos adoptado casi todas, pero he de confesar que cuando, ya el otoño pasado, con el comienzo de los desfiles primavera-verano 2011, empecé a oír hablar de ese estilo, no pude evitar notar que un sudor frío me recorría la espalda. No me entendáis mal, pero, para alguien que piensa que existe un montón de gente por ahí suelta que cree que todos los colores y estampados combinan a la perfección, como si les hubieran inoculado el virus del daltonismo, el “color shock” suponía un peligro inminente. Me gusta la idea de combinar colores energy, pero creo que al final del verano nuestras retinas habrán sufrido una sobrecarga de naranjas, amarillos, rojos, fucsias y esmeraldas unidos en una espiral vertiginosa.

    No puedo por más que recomendaros mesura. Un poquito de “energy” puede animar nuestro verano. Una sobrecarga, nos puede hacer parecer una copia de un cuadro de Piet Mondrian pintado por un mono borracho.

    Si no queréis fallar, decidiros por vestidos como el tricolor que nos propone Zara, que nos permite vestirnos por la mañana sin haber pasado la noche en vela decidiendo la combinación de colores que llevaremos al día siguiente.


    Es también muy apetecible la versión rayada de Marc Jacobs, y su “clon” económico de Primark




    Disfrutad este verano más energy que nunca.