viernes, 25 de noviembre de 2011

Elmer



Hoy tenía que haber sido un día brillante, pero no lo ha sido. Holly Golightly en “Desayuno con Diamantes” habla de sus días rojos. Pero hoy es, simplemente, un día negro. Ha amanecido como un día normal: la luna se ha ocultado, el sol ha salido y la ciudad ha ido despertando. Pero sólo era un engaño. Apariencias. Hoy, esta mañana, hace dos  horas, mi compañero, mi niño, mi amigo, se ha dormido por última vez en mi regazo. Ya nunca más despertará. Lo he apoyado por última vez contra mi pecho y he sujetado su cabeza mientras él perdía la batalla. Pero no se rendido. Ha luchado hasta el final como un campeón. Como el más chulo. Como el más valiente. Tres kilos de decisión y coraje envueltos en seda blanca.


Nunca fuiste mi perro. Nunca te recordaré como tal. Has sido mi niño y yo era tu mami. En algún sitio, con colchones blandos y fantásticos rastros, me estarás esperando. Y algún día volveré a sentir tu corazón de guerrero. Algún día volverás a descansar contra mi pecho. Porque los seres amados no mueren nunca. Sólo duermen en nuestros recuerdos.


No le despertéis, que duerma.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

I Pasarela de Jóvenes Diseñadores de Valladolid


El próximo viernes, 25 (fun, fun, fun, ¡ah, no! aún falta un mes), en el Hotel “Novotel” de Valladolid tendrá lugar la I Pasarela de Jóvenes Diseñadores, un proyecto que pretende servir de punto de encuentro de todos los devotos de la moda y mostrarnos las propuestas de seis creadores con nuevas ideas:

·        Natalia Esgueva:


·        Ainhoa Salcedo: http://ainhoasalcedo.com/


¿No es, simplemente, maravilloso!?
·        César González: http://www.cesargonzalez.net/


¡Por Dios! Qué le cambie el color, que el amarillo no me favorece, y me lo llevo puesto…
·        Ladybug: www.ladybug.es



·        Raquel T.G.: www.raqueltg.es



·        Alexandra Recarte:

Y el diseñador ya consagrado, el zamorano Ángel Iglesias (www.angeliglesias.es), que nos presentará parte de su colección primavera-verano 2012.


Después nos reuniremos todos (diseñadores, fotógrafos, modelos y bloggers, es decir, gente de buen vestir y mal vivir) en “El Cameo” para ponernos al día y conocernos mejor. Podremos hablar con los diseñadores y compartir ideas.

Las fotografías del desfile las hará “Pasaje Moda” (sin problemas, porque las modelos estarán todas guapísimas)  y en la fiesta posterior estará Markos Yllana de “Fotopunto” sacándonos a todos muy guapos (aquí sí, toma nota: en las que yo salga, no te cortes con el fotoshop).

Faltan 48 horas.

domingo, 20 de noviembre de 2011

¡Bota!



No, no, no penséis que estoy intentando sabotear la jornada electoral, ni creáis que he pasado olímpicamente del corrector ortográfico. Bastante hemos tenido con estos quince días (quien dice quince, dice quinientos…) de campaña electoral para que venga yo ahora a amargaros el domingo. En España no tendremos mucha tradición democrática y hace treinta y tantos años la palabra “vota” sería trending topic, pero, ¿hay algo tan español como la bota? Estoy segura de que en la equipación de un descubridor que se preciara había una bota y un bocata de tortilla o, en su caso, de calamares. Y así se forjó un Imperio. Pero como los expedicionarios me importan más bien poco y las situaciones en que se cambia el clutch de Alexander McQueen por la bota de Don Simón, están entre la lista negra de mis aficiones (es decir, me interesan nada o menos), voy a centrarme en otras botas. 

Desde que el hombre se volvió civilizado (según y como entendamos lo de civilizado, porque todavía a veces somos bastante rupestres) nos han acompañado las botas. Ya en el 15.000 a.C. tanto hombres como mujeres las utilizaban. Con el paso de los siglos, este calzado quedó limitado al vestuario masculino, utilizando las mujeres piezas tan delicadas que llegaban a impedir que salieran de casa (y hacia ese futuro vamos como sigan creciendo las alturas de los tacones). Tuvimos que esperar hasta el segundo cuarto del siglo XIX cuando la nueva mujer (más independiente y más curiosa) comenzaría a calzarse con botas de caña baja, muy distintas de las masculinas. No sería hasta la segunda mitad de ese siglo cuando se estiraría la caña la bota femenina, llegando a acariciar la rodilla. A finales de siglo caen en desuso las botas de paseo y de fiesta, volviendo este calzado a recuperar su finalidad exclusivamente laboral. Hasta mediados del siglo XX no volverían a pisar fuerte en el mundo de la moda. En las décadas posteriores su protagonismo ha sido desigual, pero esté año se están haciendo hueco a puntapiés en todos nuestros armarios.

Cualquiera de las tendencias que hemos adoptado esta temporada: motera, print animal, neo-punk, navajo, pelo largo, seventies (poned la que queráis) se ha reflejado en el universo bota.

Yo que soy muy obediente (a veces) me he plegado a todos los dictados de la moda (¿qué queréis?, una es fashion victim hasta el tuétano) pero uno de los momentos en que más disfruto es cuando me disfrazo de “tengo una Harley aparcada en la esquina”. Y disfrutaría muchísimo más si en mi atrezzo pudiera incluir el modelo Marisa de Christian Louboutin.


Por si me cuesta cambiar de marcha con el taconazo, me “conformaré” con las Yule de Jimmy Choo.
Dándole un respirito a la Visa (que vienen las Navidades y en esa época ella sufre más que los pavos), me han gustado mucho las Ash cuajaditas de tachas.
Y la propuesta de Zara.
Pero, ya os lo he dicho muchas veces, lo mismo soy un “Ángel del Infierno” que el angelito de papá, y me vuelvo más lady que nadie. Este cambio de personalidad no va a romper mi amor incondicional por Monsieur Louboutin, y sus Vicky.
La selección no sería completa sin las botas Mary Jane de Miu Miu, con pierna incorporada.


Me han enamorado las Extravagance de Patricia Rosales (Chanel patrio).
Me parecen supercómodas estas YSL.
Me ha parecido fantástico el par que he encontrado en Guess.
También me he apuntado al estilo setentero, con el modelo Kesha de Asos,
estas Comptoir des Cotoniers,
o las animal print de Zara.

De vez en cuando saco a pasear a la dominatriz que llevo dentro y en lugar de ponerme las botas de siete leguas, elegiría estas fabulosas Louis Vuitton,



o las Eivissa de Mascaró (¡ésto sí que es una maravilla y no los jardines colgantes de Babilonia!).
También hay veces que me gustaría soltar adrenalina persiguiendo bisontes disfrazada de Pocahontas. Me ayuda Isabel Marant y sus maravillosos flecos.
O su clon asequible de Stradivarius.
Me pido el modelo The Beast de Irregular Choice (como podréis observar, le he dado caza al bisonte…)
Cómo Mamá Naturaleza no me hace ni mijita de caso, también he tenido que escoger unas botas que me mantengan sequita en los días de lluvia. Si os gustan las botas Wellington (wellis, para los amigos), seréis incondicionales de las Hunter.
En versión económica las he encontrado en Fun & Basics.
Ya sé que algunas me vais a poner dos velas negras, pero, qué queréis, a mi ese  momento “querido, prepara una ensaladera que voy a cabuchar el huerto” o “querido, prepara la sartén que voy a pescar truchas” no me hace ni la más mínima ilusión. Mis favoritas para la lluvia (¡cómo he podido formar una frase que contenga favorita y lluvia!?) son, sin duda las Melissa. El modelo inspirado en las botas de montar me parece fantástico.


También me he rendido a las Rosalyne 06 de Pirelli Pzero.


Y a las Julia de la misma marca (Capitán Pescanova en versión glamour).


¡This boots are made for walking!


domingo, 13 de noviembre de 2011

La lluvia en Sevilla...



En la versión en castellano de “My Fair Lady” (esto va por mi papi querido), decía la maravillosa Eliza Doolittle (se puede ser más encantadora…), azuzada por el egocéntrico (y un poquito misógino) Henry Higgins (me encanta Rex Harrison, pero en esta película, le daría dos tortas) que “la lluvia en Sevilla es una pura maravilla”. No seré yo quien le lleve la contraria a tan fascinante señorita, pero a mí la lluvia, en Sevilla, Valladolid o Sebastopol me parece un auténtico fastidio. Odio los charcos, a las viejas (perdón, señoras de la tercera – o quinta- edad) equipadas con armas vacía-ojos y los paraguas. Pero, contradictoria que es una, me encantan los chubasqueros, las gabardinas y, sobre todo, los trench.

Desde el Diluvio del Antiguo Testamento (y mira que ha llovido…) la lluvia ha sido un castigo de Dios, y así me la tomo yo cada vez que las nubes se empeñan en hacer de las suyas. Vale que de pequeña mi madre me decía que eran los angelitos que hacían pis (joé, ¡que asco!). Pues que no beban, los muy guarros. O no ven las consecuencias de sus botellones… Vale que parece ser que es bueno para el campo. Pero es que yo vivo en el centro de una ciudad, y si Mamá Naturaleza fuera tan sabia (siempre lo he puesto en duda), también debería ser más selectiva o usar con mejor tino el Tom-tom y saber que en un radio de dos kilómetros de mi casa no es necesario que caiga ni una gota porque ya hemos instalado el riego por goteo.

El trench, en sí mismo, es un tejido y no una prenda. Fue Thomas Burberry (¡quién si no!) quien lo patentó durante la I Guerra Mundial. Pero, amiguitos del Canal Historia, la historia del trench había empezado mucho tiempo antes. En 1823, Charles Macintosh había patentado una tela elaborada a base de retales unidos con caucho. Cincuenta años después, Burberry buscaba un material con el que elaborar prendas para el trabajo en el campo, cómodas y resistentes a la lluvia. Así se le ocurrió la genial idea de impermeabilizar el hilo antes de tejer la tela, consiguiendo que las gotas resbalasen, evitando la humedad y el frío. El éxito fue tal que incluso el Ministerio de la Guerra británico, en 1914, le solicitó el diseño de un abrigo para sus oficiales. Los detalles y acabados elegidos se han convertido en las señas de identidad de un auténtico trench Burberry, de los Burberry de toda la vida: 26 piezas adornadas con anillas metálicas en forma de “D”, trabillas en los hombros, hebillas de los cinturones forradas de piel, botonadura doble de diez botones y forro de tartán, además de las bandas de tela en el interior de las costuras, que facilitaban la fijación a las piernas y la adaptación al cuerpo. Al volver de la guerra, los soldados incorporaron las gabardinas a su vida cotidiana, pero durante años fue considerada una prenda sosa asociada al gentleman inglés (muy flemático y elegante él, pero insípido como un traguito de agua de manantial), hasta que la llegada de Christopher Bailey a la firma de los cuadros y el caballero de brillante armadura, revolucionó la firma y agitó la cuna del look british. Desde entonces el trench se ha convertido en el punto de partida y soporte de cada una de sus colecciones y en un clásico atemporal, elegante y sofisticado que se reinventa cada año: nuevos largos, colores, brillos, y materiales.



Las temperaturas bajan y, como todos los años, llegan la lluvia y el viento (a no ser que hayas sido bendecida por Dios y vivas, pongamos, en Iquique, Chile, donde no llovió en catorce años –como me toque la loto, me voy allí pitando). Ha llegado el momento de rescatar del armario un básico todoterreno, cómodo, funcional y femenino que nos permitirá estar impecables durante todo el día.

El año pasado las pasarelas presentaron fusiones trench-biker muy agresivas, pero esta temporada los diseños se han dulcificado y han vuelto a su imagen más femenina. Por ejemplo, Burberry Prorsum nos presenta un modelo microperforado.




Dries van Noten apuesta por el degradado en tonos empolvados.




Roland Mouret nos ofrece una versión negra con tacto de seda.




Y Lanvin nos transforma en brillantes esmeraldas.


Chlóe nos trae el estampado pitón en versión oversize.



Roberto Cavalli, por su parte, protege de la lluvia a los indios navajos y nos devuelve a los años 70.


Me ha encantado la versión extragrande de Aqua.

Y, como a veces me canso de ser una niña buena, me quedo con el trench motero de Burberry Prorsum (¡los Ángeles del Infierno invaden los Hamptons!).


O con el modelo de estética punk de la misma marca (me encantan esos pinchitos dorados…).
Pero si huyes de las tendencias y quieres un modelo que, realmente, pueda ocupar tu armario durante muuuuchas temporadas, opta por la línea A de Miu Miu.

En versión low cost, me quedo con la propuesta de Pedro del Hierro (¡mira que me gustan esos volantitos!).
Y con el print animal de Topshop.

En Asos (¡pero, por Dios, porque entro en su web! ¡Mira que me gusta sufrir!) he visto un modelo en un rojo capaz de vencer a cualquier borrasca.


Y una propuesta de Fred Perry estilo boyfriend.


Zara opta por la versión más clásica que amortizaremos a lo largo de muchos años.


Igual que Mango, pero en versión negra.


Creo que tendré que caer en la tentación (lo siento, ¡soy una chica fácil!) con el modelo más corto, que he visto en Blanco.

Salgamos a la lluvia, y ¡exhibámonos!!!