domingo, 30 de septiembre de 2012

Vuelta a empezar...




Hace unos días una amiga me decía que no hay nada peor que volver al trabajo. Me lo dice alguien que ha estado todo el mes de agosto contemplando como le crece la pelusilla alrededor del ombligo. Es una suicida. Oírlo y sentir unas ganas irrefrenables de arrearle un bocado en el velo del paladar, fue todo uno. Querida, mucho peor es chuparse todo el veranito (para inri, dicen que el más caluroso hace docemilquinientostrillones de años, por lo menos) en Madrid, currando como una campeona. Y, no me quiero poner tertuliana radiofónica, pero aún peor, si me apuras, es no tener trabajo al que volver, ni en septiembre, ni en juliembre.

Hay cosas que son tan inevitables como los gritos en el programa Sálvame, y una de ellas es el ansia de cambio que nos entra a todos en septiembre. Da igual si hemos pasado el mes de agosto alimentándonos de paella de mosca a precio de menú de Adriá en un chiringuito playero o si hemos disfrutado del mes esquivando turistas mientras enterrábamos los tacones en la derretida Gran Vía, camino del trabajo; es llegar septiembre y a todos nos entra la fiebre del cambio de armario.

Yo, particularmente, odio el frío, la lluvia y el viento, vamos, que oigo la palabra otoño y me salen estigmas, pero es arrancar la hoja de agosto en el calendario y entrarme un deseo irrefrenable de que el termómetro se desplome. Puede tener que ver con que cada vez que entro en mi vestidor, un montón de ropa con la etiqueta colgando me susurra “estréeeeeenaaameeeee” y claro, prefiero arriesgarme a vivir esos episodios Poltergeist que ponerme mi nuevo perfecto de cuero con 40ºC a la sombra.

Como para mi desgracia soy de las que tiene que ganarse el pan con el sudor de mi frente (para los interesados, no tengo ningún problema en ser mujer objeto a cambio de una Visa Platinum), mis esfuerzos se centran este mes en adaptar mis working looks.

No descubro nada si os digo que en esta época del año es imprescindible una blazer. Obligatoria una en color negro para complementar cualquier look. Yo me quedo con la propuesta de Blanco.

Pero como afortunadamente los colores no son sólo para el verano, me ha encantado el rosa furioso de Escada White Label.

Fabuloso también el azul klein que nos ofrece Mango (cuanto más lo miro, más me gusta el corte de esta chaqueta).
 


Otra opción son las chaquetas chaneleras, que, afortunadamente se niegan a abandonarnos. Podéis elegir la versión larga de Zara (tiene que ser mía o me da un algo)
 

O las versiones cortas que he visto en Pull & Bear
 

O Mango

Para mí también es inevitable hacerme cada otoño con un nuevo trench. El elegido este año es la versión con mangas desmontables (¡genial!) que ofrece Blanco.

Imprescindible también un traje de chaqueta. Me ha encantado esta opción con pantalón capri que me ha salido al encuentro en Zara.
 


Otra prenda en mi punto de mira son las blusas blancas. Escaparé del blanco Vip Express con la propuesta de Sonia Rykiel.

O la opción de Coosy con cuello joya.



Por supuesto, indispensable este año una con tachas (ni en la oficina nos libraremos de los clavitos…)

Y un top peplum para actualizar cualquier traje de chaqueta. Me quedo con el que he encontrado en Zara.
 

También peplum, pero multicolor, fantástico para alegrar el traje más sobrio, la opción de Blanco.

Personalmente, y por una cuestión de pereza mañanera, suelo elegir vestidos para ir a trabajar. Agarro una percha y ya no tengo que pensar en más combinaciones, permutaciones ni variaciones. Me ha encantado el golpe de color que he encontrado en Blanco (que contradicción…), fantástico para combinar con una americana negra y no rendirse a la tristeza del otoño.

Y la opción salvaje (no voy a hacer la gracia de que la oficina es una jungla, pero hay alguna que otra cobra, y buitres, ni te digo…) que he visto en la misma tienda.

Siguiendo con las bromitas, si pensáis que el trabajo es la guerra, habrá que ir preparada con el vestido de estilo militar que nos propone Mango.
No es un vestido, pero nos librará de tomar decisiones, el fantástico mono que he visto en Zara.

Si preferís la comodidad del pantalón, podéis elegir la versión más sobria de Red Valentino.

Yo me quedo con el estampado pañuelo de Massimo Dutti, hipercómodo para enfrentarnos a las jornadas maratonianas.
 
Y me he rendido a la idea de transformar mi despacho en el jardín multicolor que nos propone Blanco.


Obligatorio también un buen surtido de faldas. Estoy enamorada del engomado de Zara,


del estilo Señorita Rottenmayer con alerones de Blanco (maravillosa para combinar con jerseys de color, muy Mad Men),


y del fresón invernal de Moschino Cheap & Chic.
Me tiene totalmente enamorada el cinturón peplum de Zara, genial para customizar todas mis faldas lápiz del año pasado.
La semana que viene amenazo con la elección de complementos. Mientras tanto, venga, a trabajar sin miedo del ratón.
 


 

domingo, 2 de septiembre de 2012

Wish list



Mi vida es una lista de deseos. No es culpa mía. Es la voracidad de mi vestidor. Tan pronto una prenda deja un hueco en mi wish-list, la vocecita con la que me hablan mis burros (entendedme, estoy hablando de mis percheros, no es que tenga una granja de “Plateros” parlanchines –podría montarme en el euro por las ferias-) introduce un deseo más en mi particular lista de la compra.

Los niños hacen su carta a los Reyes Magos una vez al año y esperan que los tres ancianos sabios cumplan sus deseos. Yo elaboro mi carta a Amancio Ortega una vez a la semana y espero que mi ordenador sufra unas fiebres repentinas y deje de funcionar para darle un respirito a mis tarjetas (¡mardito Internet! ¡qué felices éramos cuando sólo se podía comprar de 10:00 a 20:00 horas!).

Pero aunque cada semana mi lista de deseo varía, todas las temporadas hago un inventario de los imprescindibles que me quitan el sueño y por los que suspiro por los rincones (el sufrimiento de Juana la Loca al lado del mío, una juerga flamenca). Ahí va mi wish list otoño-invierno.

       Bisutería XXL: uno de los estilos de la temporada será el barroco. No es plan de que nos metamorfoseemos en retablo churrigueresco. Basta con que nos colguemos la bisutería más ostentosa (ostentórea, que diría aquél) que encontremos. Yo me quedo con este collar de auténticas esmeraldas acrílicas salidas de la mina de Zara.

     Botas moteras: llevan ya algunas temporadas metiendo la patita por debajo de mi puerta, pero este año ya tengo un hueco en mi zapatero reservado para las New York (hasta el nombrecito parece elegido para mí) de Cinderella.
Botines Chelsea: McQ se ha instalado por derecho propio en mis sueños (no tengo palabras…)
Calaveras: antes de que Alexander McQueen nos hiciera saber lo que nos gustan a todas las calaveras, yo ya era adicta a ellas. Como a todas, su clutch me tiene enamorada, así que mientras las bolitas de la primitiva aciertan los números que yo elijo (¡qué torpes son!) me haré con el que me ofrece Fetiche Suances.
 
Chaqueta militar: mucho “Peace and Love”, pero este año todas nos hemos vuelto locas por el verde kaki y nuestra máxima aspiración en la temporada que entra será camuflarnos entre los setos del Parque del Retiro. Yo asomaré la punta de la nariz entre los arbolitos de boj enfundada en la chaqueta que me encañona desde el escaparate de Zara.
 
Chaquetón marinero: no sólo me alistaré en la Infantería; la Armada también está en mi punto de mira y para mi look de Popeye el Marino recurriré a este magnífico chaquetón que he encontrado en Massimo Dutti.
 
Cuellos: llevan ya algunas temporadas entre nosotras y se niegan a abandonarnos. Capaces de darle el toque a las prendas básicas, yo los adoro. Para mis momentos lady me encanta el cuello bebé que he encontrado en H&M.
Cuando desenjaule mi lado más salvaje, recurriré a la versión camisera que nos ofrece Romwe.

 
Ear cuff: esto demuestra que hasta  lo que no debería, vuelve. Cuando en mi adolescencia, allá por el pleistoceno, guardé en una caja mis ear cuff (y me tragué la llave), juré no volver a acorazar mis pabellones auditivos. Pero Chanel los ha resucitado, y yo estoy dispuesta a romper la promesa con las alitas que he encontrado en Romwe.
Encaje: es uno de mis tejidos favoritos. Me parece ultrafemenino y supersexy. Siempre he optado por la versión en negro, así que voy a romper mis costumbres con el top blanco que nos propone Zara.
 
Estampados: este invierno los estampados nos rodean. Es la invasión de los ultracuerpos en versión dibujitos. En general huyo de ellos como de la peste, pero como siento por Oriente una atracción similar a la que debió guiar a Marco Polo, en mi punto de mira están estos pantalones de Zara TRF que me hacen pensar en las pinturas de Hokusai.
 
Flores: este año el otoño no traerá hojas muertas. La moda le ha declarado la guerra al ciclo anual y nos hace florecer. Yo me quedo con el jardín multicolor que ha germinado en Blanco.
 
Paillettes: me he confesado con vosotros muchas veces: soy excesiva en todo. Cualquier cosa que sea susceptible de ser cosida, pegada, bordada, incrustada, recortada y etc., etc., en una prenda de ropa me vuelve loca. Me da igual pluma, abalorio, pelo, fleco o, como en esta chaqueta, lentejuela. Así que en mis sueños le he dejado una percha a la chaqueta de Coosy.
Pantalón palazzo: me encantan. Este año la mayoría se han adornado con estampados corbateros, pero yo me quedo con la versión lisa que he visto en Hoss Intropia.
 
Pelo: os lo he dicho. El pelo me pierde. No es que le haya declarado la guerra al láser y a la cera fría, ni que el hombre de mi vida sea el Bigfoot, sino que siempre guardo un sitio en mi vestidor (y con el overbooking que se vive en él, os aseguro que es más que difícil) para una prenda de pelo. Este año me quedo con el chaleco de Asos.
 
Peplum: quien a estas alturas del juego no haya puesto un peplum en su vida, que levante la mano. El contorno de mis caderas me ha hecho resistirme, pero al final he sucumbido y he caído fulminada ante el escaparate de Zara donde reinaba esta maravilla.
 
Perfecto: son una prenda recurrente en mis looks. Todos los años me hago con uno y éste ya he hecho mi elección (y no es negociable…). El ganador está esperándome en Zara.
Slippers: van a ser el calzado de la temporada. Hay de todos los estilos, colores y para todos los gustos. Yo me quedo con la propuesta de Bershka.
 
Sneakers con cuña: las primeras en ocupar mi lista de deseos fueron las Willow tricolor de Isabel Marant, pero una vez conseguidas, mi objetivo es la versión de Hakei.
Sombrero: ya llevan tiempo cubriéndonos las ideas. Borsalinos, canotiers, parpusas, pamelas, panamás… Yo, para mantener calentitas a mis neuronas elijo este modelo masculino de H&M.
Tachas: esta temporada todo está claveteado. Prácticamente no hay prenda o complemento que haya logrado escapar de los trocitos de metal, y parece que en los escaparates se ha colado el loco del martillo. Me ha costado decidirme, pero al final le he entregado mi corazón a los botines peeptoe de Zara.
 
Tail hem: lo confieso: me ha costado, pero al final las asimetrías me han vencido. Esta temporada me quedo con la propuesta de Dorothy Perkins.
 
Trench: otro básico imprescindible. Aunque mantengo las adquisiciones de las temporadas pasadas, no he podido resistirme (que queréis, entro en una tienda y me vuelvo una chica fácil) a los volantitos y el vuelo de Miss Selfridge.
 
 
Vaqueros de campana: me niego a abandonar los slim fit, pero este año es imprescindible hacerse con un jean campana y con cinturilla alta. Yo elijo estos Lee.
 
Espero que los camellos de los tres reyes lean este post y recojan la indirecta.